Tejer alianzas y no romper puentes
Alberto M. Centenera,
presidente de la asociación EACEC LGTBI.
Llegamos a este Orgullo con una sensación extraña. La que prometía ser una legislatura positiva para los derechos de las personas LGTBI, con el compromiso de varias leyes por aprobar, está siendo una legislatura difícil e incómoda, especialmente para las personas trans. El ánimo debe ser siempre el de llegar a un consenso, pero apartando dos cosas: por un lado los egos, que llevan a personas y a partidos políticos a extraños movimientos y competiciones para atribuirse la autoría de leyes y avances sociales; y por otro lado las falsas teorías y miedos de la minoría TERF sobre un supuesto borrado de las mujeres.
El colectivo LGTBI conoce bien estos discursos. Ya los escuchamos cuando al aprobar el matrimonio igualitario se decía que permitir el matrimonio a personas del mismo sexo devaluaría el matrimonio heterosexual. O cada vez que se dice que dar charlas en los colegios confundirá a los menores. O cuando, con cada medida dirigida a las personas LGTBI hay alguien que habla de privilegios. Como si por dar charlas o por ayudar a las personas LGTBI fuésemos a “convertir” en gays, lesbianas, trans… al conjunto de la población, borrando de la faz de la Tierra la heterosexualidad en un futuro cercano.
Pareciera que las leyes o medidas que se aprueban en beneficio del colectivo LGTBI, van siempre a borrar a alguien, o están destinadas a atacar o a enfrentar. Desde un sector de la izquierda también se dice que nuestra lucha entorpece la lucha de la clase obrera (como si no fuera la misma). Pero tranquilos, no se preocupen, la ley LGTBI, la ley Trans, tanto la estatal como las autonómicas (muchas de ellas vigentes desde hace años), no van a borrar a nadie, ni van a “convertir” a nadie en homosexual, o en trans, ni van a provocar hordas de hombres acudiendo a los registros queriendo declararse mujeres para vivir esa supuesta vida de privilegios que ellas disfrutan. No se va a extinguir la especie humana (como decía aquel ministro del Interior de M. Rajoy). Ser LGTBI no se contagia por una charla, ser LGTBI no es ser un instrumento del patriarcado o del neoliberalismo, ser LGTBI es simplemente SER. Existimos, y como tal debemos estar presentes en la sociedad y nuestros derechos deben estar reflejados en leyes. Y somos nosotras, las personas LGTBI, las que sabemos cómo nos sentimos y quiénes somos.
Pero no solo de legislación vive el colectivo LGTBI. En el ámbito asociativo, la labor que muchas asociaciones y colectivos hacemos sobre el terreno, tanto en el ámbito urbano como especialmente en el rural, es aún tremendamente desconocida. Estoy seguro de que mucha gente desconoce qué hace una asociación LGTBI. Mientras tanto, las asociaciones nos desplazamos por distintas localidades ofreciendo: formación, charlas, presentaciones de libros, proyecciones de películas, visitamos institutos; atendemos llamadas, whatsapps y correos de jóvenes LGTBI con problemas en su entorno familiar o educativo a causa del bullying o la no aceptación; creamos grupos en los que al final lo que mucha gente necesita es socializar, compartir experiencias, estar entre iguales. Y sí, a veces recibimos subvenciones por ello, porque si traes a una persona a impartir una formación o a presentar un libro, esa persona lógicamente debe ser remunerada, o porque si coges tu coche y te vas a dar una charla a otra localidad, o a reunirte con una familia que tiene un menor trans y no sabe dónde acudir y cuál es el proceso que debe seguir, etc., necesitas pagar la gasolina, o quizás has tenido que pedir el día libre en el trabajo.
Eso y mucho más es el activismo, o el lado más desconocido del activismo. Considero que, frente a la falsa acusación del “chiringuito”, debemos enarbolar el orgullo de las asociaciones, de hacer activismo, de contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, a mejorar la vida de las que tenemos alrededor.
También las asociaciones tenemos margen de mejora: los hombres cisgays debemos dar un paso a un lado para no acaparar todo el protagonismo, debemos reconocer que es el momento de las personas trans y que su lucha es la nuestra, porque hace avanzar a todo el colectivo. Y debemos ser más inclusivas, para ser espacios seguros para las personas trans, para las personas con capacidades diferentes o para las personas racializadas.
Estamos y debemos estar en constante aprendizaje. En la tarea de tejer alianzas, y no romper puentes. De eso va el activismo, de eso va todo. Ahora y durante todo el año. Feliz Orgullo.