El ser humano: ¿Egoísta o altruista? (Parte I)

En el actual sistema social vivimos un presente acosador por una incesante propaganda que nos lanza de manera continua el mensaje de “preocúpate solo por lo tuyo”. Una idea que encierra toda una posición ante el mundo, la historia y la sociedad.

Esto no solo ocurre en la publicidad o medios de comunicación, también en la historia se narran los sucesos como consecuencia de la acción exclusiva de unos individuos muy particulares y brillantes. En acontecimientos como el descubrimiento de América en 1492 solo sabemos que “Cristóbal Colón descubrió América” y rara vez aluden nuestros libros a las bases materiales de la época: avances técnicos producidos o conocimientos alcanzados en la fabricación de embarcaciones, en navegación y astronomía, que se habían logrado colectivamente gracias a las contribuciones de toda la sociedad del momento.

Este profundo individualismo, se da la mano con ideas como que “el ser humano es egoísta por naturaleza”, tal y como defiende el filósofo inglés Thomas Hobbes, uno de los pioneros en defender que el ser humano es, por naturaleza, malvado, despiadado y egoísta, estudiado en las clases de filosofía de institutos y universidades. Desarrollando la teoría del Estado absolutista como la mejor forma de organización social, una dictadura represiva ejercida por un único individuo -o en su defecto unos pocos individuos- que garantiza el buen cumplimiento de las normas con la fuerza o el terror, con el objetivo de evitar una guerra que por la naturaleza egoísta del ser humano, se produciría inevitablemente.

Para Hobbes, el Estado debía ser cruel – y cuanto más, mejor – para cumplir eficazmente con la misión de aplacar la naturaleza egoísta, individualista y salvaje del ser humano.

Nada más lejos de la realidad…

Aunque la ideología burguesa del capitalismo de hoy en día siga empeñada en hacernos compartir las mismas las concepciones sobre el ser humano que tenían Hobbes o Huxley, ocultas tras formulaciones modernas, la realidad es que hace ya siglos que estas teorías se han demostrado, con evidencias científicas, como completamente falsas. El ser humano es, ante todo, un ser social, que se destaca como especie avanzada por encima de otros animales debido a las habilidades de cooperación que ha desarrollado.

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