La pobreza tiene rostro de mujer
La crisis económica generada por la pandemia ha azotado a las clases populares especialmente. Muchas PYMES se ven desbordadas al borde del cierre, la pobreza se extiende y las ayudas no llegan. Hay otra cara que hay que mencionar en esto y es la feminización de la pobreza.
Ya se daba en los años anteriores a la pandemia. Solo en 2018 poco más de un cuarto de la población estaba en riesgo de caer en la pobreza. Hay más mujeres pobres que hombres pobres, y el trabajar ya no impide salir de esta situación.
Esta situación se agrava con la actual crisis que, según la ONU, se cebará con las mujeres. Tan solo en un año, la brecha salarial se disparó hasta niveles de 2013.
No es de extrañar que se de estos datos. La precariedad también se cebaba con las mujeres ya que son los sectores feminizados los más precarios. A demás, en los últimos datos, el paro femenino aumentó en 31.404 mujeres, mientras que el masculino creció en 13.032. Ambos datos son respecto a enero.
Como en los 8M anteriores ha empezado toda una campaña de intoxicación y veneno. Usando con ello incluso a las víctimas del COVID como arma política, algo que ni es ético y encima repulsivo. La razón de esto es que el feminismo ha mostrado mucha fuerza en España, se ha visto en los años anteriores, incluso en plena pandemia.
Un movimiento que ha mostrado una capacidad de movilización importante y que ha logrado avances. El No es no, el aumento de los permisos de paternidad, la visibilización y denuncia de la violencia machista. Algo que ha llevado a aquellos detractores a estar en la defensiva.
Por esta razón este 8M más que nunca unidad y solidaridad. Unidad no solo para poder hacer frente a la pandemia, sino para que no nos dividan. La división y el enfrentamiento obstaculiza, cuando no dificulta, la lucha por la igualdad y la mejora de las condiciones de vida. Solidaridad para no dejar a nadie atrás de verdad.