Una OPA muy hostil

La banca española está al borde de una nueva sacudida. Pero no es una noticia lejana ni aburrida: lo que se está cocinando en las altas esferas del BBVA y del Sabadell nos afecta de lleno a quienes aún creemos en la democracia económica, la soberanía y en que las finanzas deben estar al servicio de las personas y no de Wall Street.
La OPA hostil (aunque ya no la llaman así) lanzada por el BBVA sobre el Sabadell es mucho más que una fusión entre bancos. Es una batalla por el control de nuestro sistema financiero. Y mientras los medios de siempre minimizan el conflicto, los verdaderos dueños del juego —los megafondos estadounidenses— se frotan las manos con gula capitalista.
Un festín para los gigantes
Detrás de esta maniobra no hay ningún proyecto productivo ni ninguna mejora para los clientes. Solo un número: 239.598 millones de euros. Es lo que vale el Sabadell. Y eso es lo que los grandes inversores —Goldman Sachs, Morgan Stanley, BlackRock, etc.— quieren llevarse. ¿Dónde? A Nueva York. Porque, spoiler: los principales accionistas de ambos bancos ya no son ni españoles ni catalanes. Son fondos buitre norteamericanos que nunca han pisado ni Terrassa ni Bilbao.
¿OPA hostil o saqueo disfrazado?
La operación es tan descaradamente hostil que da vergüenza ajena. Pero en lugar de decirlo claro, muchos medios lo ocultan bajo eufemismos financieros. No hay consenso entre bancos, no hay acuerdo con el Sabadell, no hay garantías para los clientes ni trabajadores. Solo hay una ley injusta, que impone el “deber de pasividad” a quienes intentan defenderse. Y un Gobierno que titubea, como si no supiera que su inacción tiene consecuencias graves para la soberanía económica del país.
¿Por qué deberías preocuparte?
Porque cada vez que un banco español cae en manos extranjeras, perdemos más que un logotipo. Perdemos control sobre el crédito, sobre nuestros ahorros, sobre nuestras empresas. Perdemos miles de millones en dividendos que se fugan sin retorno. Perdemos soberanía. Y sobre todo, perdemos poder como ciudadanía.
Además, esta concentración financiera no es una excepción: es la regla. En 2009 había 68 bancos y cajas. Hoy, apenas 10. Y las 5 mayores controlan el 70% del mercado. Esto no es libre competencia, es oligopolio puro. Y lo peor: sin una banca pública estatal, no hay contrapeso posible.
No es solo economía: es democracia
Quienes aún creemos en una economía al servicio de la mayoría tenemos que decirlo claro: no queremos más concentración, no queremos más sumisión a Wall Street, y no queremos más excusas del Gobierno. Necesitamos urgentemente una banca pública nacional, transparente, democrática y con una misión clara: financiar el desarrollo del país, no engordar cuentas en las Islas Caimán.
¿Y ahora qué?
La batalla sigue abierta. La junta del Sabadell resiste. Las patronales catalanas se rebelan. Y el Gobierno… aún puede frenar esta barbaridad. Pero no lo hará si no lo exigimos. Desde abajo, desde las calles, desde las redes.
Esta no es una guerra de tecnicismos: es una lucha entre un sistema financiero al servicio del capital global… o uno que proteja a quienes levantamos cada día este país.