Trump y Putin negocian su botín

La “paz” que Trump quiere imponer a Ucrania no es paz, es extorsión. Un chantaje al estilo mafioso en el que Kiev debe amputarse un 20% de su territorio y entregar sus riquezas al capital extranjero… o quedarse sin protección ante los bombardeos rusos.
Y todo esto, mientras la Casa Blanca tuitea con ternura a Putin: “Vladimir, STOP!”, como si se tratara de un amigo travieso en plena pelea de bar. El mismo Trump que llama al dictador ruso por su nombre de pila, ataca a Zelenski por atreverse a no rendirse. ¿De qué lado está Washington?
La respuesta es cada vez más clara: de su propio lado. El imperialismo ya no tiene colores. Ni banderas. Solo intereses. Y el nuevo “plan de paz” de Trump es un manual de cómo repartirse un país como si fuera un pastel.
El pacto de la vergüenza
Según ha revelado el New York Times, la “oferta final” de Trump implica entregar de facto a Rusia Crimea y las regiones ocupadas de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón. Sin exigir ni una retirada, ni una mínima rendición de cuentas. Simplemente, consolidar por escrito lo que Moscú ya ha tomado por la fuerza.
¿La excusa? Avanzar hacia el fin del conflicto. ¿La realidad? Abrir la puerta a que cualquier potencia con músculo militar y ambiciones imperiales pueda hacer lo mismo en cualquier otra parte del mundo. El mensaje que se lanza desde Washington es claro: si conquistas, te lo quedas.
Y no es todo. Mientras se exige a Ucrania resignarse a esta amputación, se le impone también un nuevo y brutal chantaje económico.
Recursos por seguridad
Trump quiere que Ucrania “pague” la ayuda militar recibida. No con dinero, sino con sus minerales, su gas, su petróleo… y hasta sus centrales nucleares. Según lo filtrado, la nueva hoja de ruta de EE.UU. contempla que las empresas estadounidenses gestionen los fondos de reconstrucción… y que estos fondos se alimenten directamente de los recursos naturales ucranianos.
Es decir: Washington reconstruye… pero con lo que saquea. A Ucrania no se le está ofreciendo ayuda. Se le está exigiendo que venda sus joyas de la corona a precio de saldo. Una versión neoliberal del “protección a cambio de pago” que haría sonrojar a cualquier capo mafioso.
¿Dónde queda Europa?
Y mientras esto sucede, la Unión Europea calla. La misma UE que ha exigido a Ucrania reformas durísimas en medio de una guerra, ahora asiste en silencio a su entrega en bandeja al tándem Trump-Putin. Ninguna denuncia diplomática, ninguna presión real. Solo sumisión al eje atlantista y miedo a la revancha de Moscú.