Cuando la izquierda baila al hijo de Trump

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En un giro inesperado de los acontecimientos, la izquierda española y la ultraderecha trumpista parecen haber encontrado un terreno común en el conflicto ucraniano. ¿Quién lo hubiera pensado?

El circo electoral estadounidense y sus payasos internacionales

Mientras el reloj avanza inexorablemente hacia las elecciones estadounidenses, Kiev y Moscú contienen la respiración. El futuro de Ucrania pende de un hilo, y ese hilo está firmemente atado al dedo anaranjado de Donald Trump.

El magnate convertido en político (o payaso, según se mire) no ha perdido tiempo en dejar clara su postura: si por él fuera, Ucrania ya estaría sirviendo vodka ruso en sus bares. Con la sutileza de un elefante en una cacharrería, Trump ha declarado que «el peor acuerdo habría sido mejor de lo que tenemos ahora». Brillante análisis, Donald. ¿Qué tal si le regalamos Alaska a Putin de paso?

La izquierda española: ¿Perdida en traducción o en la contradicción?

Pero no nos engañemos, la estupidez no es patrimonio exclusivo de la derecha. Una parte de la izquierda española, enarbolando la bandera del «antibelicismo», parece haber olvidado que en una invasión hay un agresor y un agredido.

Con una lógica digna de un pretzel, estos autoproclamados defensores de la paz argumentan que la mejor forma de detener una guerra es dejar que el agresor se salga con la suya. ¿Alguien les ha explicado que eso no es pacifismo, sino complicidad?

Trump y Putin: Un romance geopolítico

El plan de paz de Trump para Ucrania parece sacado directamente del manual «Cómo anexionar territorios para dummies» de Vladimir Putin. Zona desmilitarizada, cesión de territorios ocupados… Solo falta que proponga cambiar la capital de Ucrania a Moscú para completar el conjunto.

La izquierda y la ultraderecha: Extraños compañeros de cama

Y aquí es donde la realidad supera a la ficción. Una parte de la izquierda española se encuentra, sin quererlo (¿o sí?), compartiendo aspiraciones con la ultraderecha trumpista y el neozarismo de Putin. Un trío tan improbable como perturbador.

¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿En qué momento sugerimos que la mejor forma de combatir el imperialismo era apoyar… al imperialismo? La confusión ideológica es tal que uno ya no sabe si está leyendo un manifiesto de izquierdas o el programa electoral de Trump.

Conclusión: La necesidad de una izquierda coherente

Es hora de que la izquierda española se mire al espejo y se pregunte si realmente está defendiendo los valores que dice representar. Porque en este momento, su postura sobre Ucrania tiene más en común con la de un multimillonario narcisista obsesionado con los inodoros de oro que con la de cualquier defensor creíble de la justicia y la autodeterminación.

La verdadera lucha contra el imperialismo y el belicismo no pasa por abandonar a sus víctimas, sino por enfrentar a los agresores, vengan de donde vengan. Es hora de que la izquierda recupere su brújula moral y deje de hacer el juego a aquellos que pretenden combatir.

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