El Papa que Trump no quería. Fumata blanca en Roma, escalofrío en Washington. El cónclave ha hablado y el elegido.

Fumata blanca en Roma, escalofrío en Washington. El cónclave ha hablado y el elegido no es el que soñaban en los despachos de la ultraderecha mundial. El nuevo líder de la Iglesia Católica se llama León XIV, y aunque es estadounidense de nacimiento, su historia, su corazón y su acento en español lo vinculan mucho más con el sur global y los pueblos empobrecidos que con el nacionalismo reaccionario del Norte.

Se llama Robert Francis Prevost, tiene 69 años, nació en Chicago, pero ha vivido más de dos décadas en Perú, país del que también tiene nacionalidad y en el que dejó una huella de lucha junto a los de abajo. Su nombramiento es un golpe inesperado a la agenda conservadora que esperaba un viraje reaccionario tras la era de Francisco. Spoiler: no va a ocurrir.

El primer papa gringo… pero nada gringo

Sí, es el primer papa norteamericano. Pero no, no es el papa de Trump. Este exobispo de Chiclayo (Perú), hijo de inmigrantes, ha sido uno de los hombres de máxima confianza del papa Francisco, y ha cargado con fuerza contra la ultraderecha tanto dentro como fuera de la Iglesia.

Prevost no solo se opuso a las políticas migratorias de Trump y sus deportaciones masivas. También denunció los discursos racistas del vicepresidente JD Vance, que dice seguir el catolicismo mientras predica odio. No es casualidad que en su primer discurso como papa, frente a miles en la Plaza de San Pedro, cambiara el italiano por el español para saludar directamente a su diócesis peruana. Ahí hay un mensaje, y no es sutil.

Contra dictaduras, sectas y crímenes de Estado

Su historial político no deja lugar a dudas. En Perú fue una piedra en el zapato para Fujimori y para Dina Boluarte. Exigió justicia, pidió perdón para las víctimas y denunció el golpe contra Pedro Castillo. Fue también quien luchó sin tregua contra el Sodalicio, esa secta ultracatólica plagada de escándalos por abusos y conexiones oscuras, logrando que fueran disueltos y excomulgados. Un gesto que muy pocos dentro de la jerarquía católica se atrevieron a apoyar con fuerza.

La herencia de Francisco sigue viva

León XIV hereda el espíritu rebelde de Francisco: una iglesia de base, con olor a pueblo, lejos de los tronos de oro y más cerca de las causas urgentes de nuestro tiempo: el cuidado del planeta, la defensa de las y los migrantes, el rechazo a la guerra, y el compromiso con los más empobrecidos. Es una continuación clara del rumbo iniciado en 2013, pero en tiempos aún más turbulentos.

La ultraderecha esperaba un giro. Lo que ha llegado es una bofetada suave, pero firme.

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