El gran apagón

Hoy, 28 de abril de 2025, España ha retrocedido 150 años en un parpadeo: el mayor apagón eléctrico de nuestra historia reciente ha dejado a la península entera sumida en el caos y la incertidumbre. Semáforos apagados, trenes varados, hospitales a contrarreloj… Millones de personas atrapadas en una distopía real.
El corte, que comenzó a mediodía y ha durado horas, ha afectado también a Portugal y al sur de Francia. En palabras de Red Eléctrica Nacional, se trata de un incidente «absolutamente excepcional». Todavía no se conocen las causas definitivas, aunque los primeros indicios apuntan a un fenómeno meteorológico inusual que habría desencadenado fallos en cadena.
Pero, ojo. No nos quedemos en la anécdota. Porque este apagón es mucho más que una tormenta rara. ¿Cómo es posible que un sistema crítico como el eléctrico sea tan vulnerable? ¿Qué responsabilidad tienen los recortes, las privatizaciones y la falta de inversión pública?
Un país paralizado… y desnudo
Durante horas, el país ha vivido escenas dignas de un relato de ciencia ficción:
🚦 Semáforos muertos y atascos infernales.
🚇 Trenes y metros detenidos, pasajeros caminando a pie.
🛒 Comercios y supermercados sin poder cobrar.
🏥 Hospitales activando generadores de emergencia.
📻 Millones escuchando radios de pilas en un silencio sobrecogedor.
Mientras tanto, el Gobierno ha activado el Consejo de Seguridad Nacional y Pedro Sánchez ha agradecido públicamente la ayuda de Francia y Marruecos para restablecer parte del suministro. El sistema comienza lentamente a recuperarse, pero no será hasta pasadas varias horas que podremos hablar de verdadera normalidad.
No olvidemos las preguntas incómodas
Sabemos que es más fácil hablar de «fenómenos meteorológicos» que reconocer décadas de abandono de las infraestructuras públicas. ¿De verdad un país moderno no puede soportar una tormenta atípica? ¿Hasta cuándo vamos a delegar servicios esenciales en empresas que priorizan beneficios frente a resiliencia?
Lo que ha pasado hoy es un aviso. No basta con recuperar la luz. Necesitamos una transición energética real, pública y popular, que ponga en el centro a la ciudadanía y no a los intereses privados.
Mientras tanto, que nadie olvide el sabor de este apagón. Ni el frío en los hospitales, ni el miedo en los metros a oscuras, ni la sensación de que, en el fondo, nos han dejado solos.
Hoy, la península se apagó. Pero nuestras ganas de cambiarlo todo siguen encendidas. 🔥