Viva el mundo Hispano

Cada 12 de octubre se reabre, con mayor o menor intensidad, un mismo debate: ¿qué posición debemos tomar, especialmente los revolucionarios y la gente progresista ante el mundo hispano? Pero, sorprendentemente, la mayor parte de ese esfuerzo se dedica a girar la cabeza hacia el pasado, y no a mirar el presente y el futuro. Nadie puede negar la importancia de una correcta lectura del pasado. ¿Pero el aspecto crucial es tomar posición ante la conquista y colonización españolas, o lo verdaderamente importantes es qué camino se propone a un mundo hispano que es hoy una realidad global? Si miramos solo y principalmente hacia 1492, adoptemos la posición que adoptemos, estaremos perdidos.

Lo inexplicable es que, particularmente en España, se nos haya impuesto un absoluto desconocimiento sobre la realidad actual de un mundo hispano con el que compartimos múltiples lazos de lengua, cultura, historia, tradiciones o luchas comunes. Separando a España del resto de pueblos y países hispanos. O incluso inoculando en algunos sectores el desprecio racista hacia los casi 2,5 millones de inmigrantes hispanos que forman parte del pueblo trabajador español. Un distanciamiento forzado hacia el conjunto del mundo hispano que ha ido parejo al fortalecimiento del dominio norteamericano sobre España.

Este no es un debate historicista, sino que afecta directamente a nuestro presente y nuestro futuro. Y lo primero es estudiar al mundo hispano, conocer cuál es su magnitud, sus recursos, su fuerza y capital, y consecuentemente qué papel puede aspirar a jugar en el mundo. Porque esto va a determinar, en buena parte, nuestra posición.

Si consideramos al mundo hispano un área marginal del planeta, atrasada, que ha perdido definitivamente el tren de la modernidad. Entonces el abismo que nos separa del mundo hispano se agrandará. Si por el contrario, adquirimos conciencia del enorme poder, del ilimitado capital y recursos con que cuenta; y de su protagonismo en algunos de los principales movimientos progresistas y revolucionarios que han transformado el mundo; entonces España, como uno más, de igual al igual a igual con el resto del mundo hispano, se engrandecerá en su presente y su futuro. Señalado el poder del mundo hispano, la pregunta es: ¿quién lo ha construido? ¿Las rancias oligarquías dominantes a ambos lados del Atlántico, o los pueblos?

Y, finalmente: ¿para qué puede emplearse todo ese capital que representa el mundo hispano? ¿No es acaso un valioso material para colocarlo al servicio del cambio y la transformación social? Para conocer, de forma objetiva, la realidad actual del mundo hispano, debemos enfrentarnos también a una barrera de clase: el mensaje, machaconamente difundido durante los últimos dos siglos, por las potencias dominantes; que permanentemente lo han atacado y degradado con la abierta intención de dominarlo.

Una potencia cultural y económica

El mundo hispano, incluyendo a Portugal y Brasil, posee los mimbres, las bases materiales fundamentales, para ser uno de los grandes actores globales. Su territorio le asigna un importante papel global. Su demografía, más de 600 millones de habitantes, ha estado en ascenso durante las últimas décadas. Y seguirá creciendo según todas las previsiones, es un valor con enormes potencialidades.

En el terreno económico, el mundo hispano supone un 6,9% del PIB mundial. Un porcentaje superior al generado por aquellas naciones que usan el francés como lengua oficial. Y, si incluimos a toda la comunidad hispanohablante mundial su peso se elevaría al 10% del PIB mundial.

En el terreno cultural, el hispanismo es uno de los más relevantes movimientos culturales y académicos del mundo. Makoto Hara, profesor emérito de Lingüística Hispánica en la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio define la cultura hispana de la siguiente manera; “El español ha alcanzado el nivel cultural más alto del mundo y ocupa una posición muy original. La literatura española tiene por representantes a Cervantes, Pérez Galdós, Baroja, Unamuno, Antonio Machado, García Lorca… El Greco, Velázquez, Goya, Ruiz Picasso, Dalí… La característica especial de la cultura española es que está llena de humanidad, sensibilidad. Los españoles viven la versión más humana del mundo. La sensibilidad original hispánica ha hecho posible el nacimiento de genios como los enumerados. Si desapareciera la cultura española en el mundo, quedarían pocas cosas”.

Existen hispanistas en los cinco continentes. Hay una base material, el peso del español en el mundo. Pero también otro factor, la significación de la alta cultura española. No existe otro país en el mundo que haya dado tantos referentes verdaderamente universales a la cultura. En literatura o en pintura. Que tiene su correlato al otro lado del Atlántico: Hispanoamérica ha sido uno de los grandes animadores culturales del siglo XX, cuya cultura no podría entenderse sin García Márquez, Borges o Quino.

Pero tampoco puede entenderse la existencia del hispanismo sin partir de lo que lo hispano ofrece al mundo. En uno de los últimos congresos de hispanistas, uno de los ponentes afirmaba. “Yo resumiría en tres los valores principales que la cultura española aporta a la sociedad internacional. En primer lugar, el diálogo intercultural. La tradición española constituye uno de los puntos culminantes de la historia cultural de la humanidad, que sirve hasta hoy de modelo y de ejemplo de coexistencia de grupos humanos con culturas y religiones distintas. En segundo lugar, destacaría la lengua española como puente entre pueblos distintos. Por último, debemos hablar de la aportación que el español realiza en el entorno de los valores humanos. Quienes estudian la literatura española, entran en contacto con un mundo de valores humanos y de dilemas morales en mayor grado que en cualquier otra literatura”.

Un carácter de clase, una tradición de lucha

A diferencia del ingles, el mundo hispano no tiene ningún “centro de mando”. Ninguna clase dominante ha cogido en sus manos la tarea de organizarlo; y no existe una “Commonwealth” con la que la ex-metrópoli pretenda encuadrar a sus antiguas colonias. La unidad del mundo hispano es obra de los pueblos y ha contado con las aportaciones de un mundo de la cultura casi siempre progresista. Esto dota a la unidad del mundo hispano de una fortaleza mayor que la creada “desde arriba” o a través de “vínculos administrativos”. Y le confiere, también y sobre todo, un “color de clase”.

El mundo hispano no se explica por la conjunción de un puñado de potencias o la alianza entre un grupo de burguesías. La abrumadora mayoría de países hispanos pertenecen al Tercer Mundo. Y países del Segundo Mundo, como España o Portugal, que algunos presentan como “potencias imperialistas”; comparten con el resto del mundo hispano su condición de países dominados e intervenidos por la superpotencia. La conciencia de pertenecer a una Patria Grande, que comprende todo el continente americano, o la defensa orgullosa de “lo hispano” frente a “lo anglosajón”; se ha gestado a través de décadas de lucha contra el dominio primero inglés y muy pronto norteamericano.

Entre los años 70 y 80 era evidente que centroamérica y sudamérica pertenecían a EEUU. Los torturadores y dictadores formados en la Escuela de las Américas lo habían convertido en su patio trasero. Pinochet, Noriega, Somoza, todos dictadores sangrientos, todos alumnos de la misma escuela. Roosvelt llegó a decir sobre Somoza que “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Dada la situación no concebían poder perder su patio trasero, habían convertido todos esos países en repúblicas bananeras secuestrando toda soberanía nacional.

Pero se encontraron con un obstáculo que no supieron controlar. El mismo que se encontró Napoleón en 1808 y que Marx retrató en la España Revolucionaria: “ la sociedad española estaba llena de vida y repleta, en todas sus partes, de fuerza de resistencia. El gigante del norte a cada movimiento que daba perdía el control de cada vez más pulgas. Lula en Brasil, Hugo Chávez en Venezuela, el MOIR en Colombia, el frente sandinista en Nicaragua, y otras muchas más que recorrieron todo el continente. Todas estás luchas han sido guiadas por dos metas: Ganar autonomía frente a EEUU y recuperar los recursos naturales expoliados por el capital extranjero para imponer políticas de redistribución de la riqueza.

Su irrupción y ascenso, muchas veces en las peores condiciones posibles, no ha sido “flor de un día”. Se ha asentado en una larga tradición de lucha por impulsar un desarrollo nacional frente al dominio norteamericano. En la historia de un movimiento obrero combativo, en una extensa organización de partidos revolucionarios…

Se han enfrentado a una feroz respuesta por parte de la superpotencia, pero en todos los casos persisten, con avances y retrocesos. Si en las últimas décadas los pueblos del mundo han ganado terreno, mientras EEUU retrocedía. Enfrentando cada vez mayores problemas, los países y pueblos del mundo hispano han contribuido de forma decisiva.

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¿Qué conclusiones podemos extraer de esta radiografía de la situación actual del mundo hispano?

1.- Frente a la visión de un mundo hispano atrasado, anquilosado y sin recursos. La realidad objetiva de los hechos nos presenta a una comunidad que, vista de conjunto, atesora un capital infinitamente valioso. Y una fuerza y energía que le permiten ser unas de las áreas de planeta más dinámicas y de vanguardia en terrenos cualitativos: lingüístico, cultural, social, político…

2.- No es que sea falsa la idea de un mundo hispano anclado en el pasado, que no puede encabezar nada ni realizar contribuciones importantes. Es que representa uno de los pocos protagonistas globales que existen en el planeta.

3.- La identificación de la defensa del mundo hispano como algo “propio de la derecha”. Instalada en muchos sectores de la izquierda, no puede ser más errónea y alejada de la realidad. La unidad actual del mundo hispano no la impuesto ningún centro de poder; la han forjado los países y pueblos en una lucha común contra el dominio norteamericano. Y lo mejor del mundo hispano se corresponde con lo más avanzado y progresista de la humanidad.

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